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Novedades de México era un periódico publicado en la Ciudad de México.
El periódico fue fundado por Rómulo O'Farrill, uno de los fundadores, en 1955, de la empresa Televisa, por entonces llamada Telesistema. La fundó junto con el productor cinematográfico Emilio Azcárraga Vidaurreta (quien tenía el control real de la compañía) y con el ex presidente de México Miguel Alemán Valdés.
Hasta el año 2002 también se publicaba, junto con este periódico, la edición en inglés The News.


Puede parecer asqueroso, pero tiene muchísimo sentido y lo hacemos de manera casi sin querer de manera habitual. Nuestros excrementos pueden darnos mucha información sobre nuestra salud. Pues bien, estos investigadores australianos han encontrado la manera de diagnosticar enfermedades gracias a los gases del interior de nuestro cuerpo.

Tu estómago y tus intestinos están llenos de microorganismos que producen gases como producto de su metabolismo. Y no existe solo un tipo de bacterias que produzca un tipo determinado de gas, sino que cada familia genera distintos subproductos. Por ejemplo las bacterias arqueas metanogénicas producen metano (como su propio nombre indica), mientras que las reductoras del sulfato producen sulfuro de hidrógeno, famoso por su pestilente olor a huevo podre.

Pues bien, según un trabajo publicado en la revista Trends in Biotechnology, el aire que se produce en nuestros intestinos puede funcionar como un biomarcador que desvele la salud de nuestro aparato digestivo. De hecho, según los expertos del Instituto Real de Tecnología (RMIT) y el Hospital Alfred, ambos en Melbourne (Australia),  los gases que se producen en nuestras tripas pueden contribuir a la aparición de enfermedades gastrointestinales, como el síndrome del intestino irritable, la enfermedad inflamatoria intestinal y el cáncer de colon.

Bien, pero… ¿cómo lograr medir la cantidad y la composición del gas de nuestro interior? Para ello los científicos proponen dos tipos de sensores distintos: sistemas de fermentación in vitro y dispositivos electrónicos con forma de píldora. Como explican en la Agencia SINC, Ambos métodos, según los investigadores, son una manera económica de comprender el impacto de las flatulencias en la salud humana, y facilitar el desarrollo de nuevas terapias.

Los sistemas de fermentación in vitro requieren obtener muestras de heces y realizar cultivos de ellas en un ambiente húmedo libre de oxígeno, similar al del tracto gastrointestinal. El gas generado en la reacción se recoge a partir de los cultivos y se analiza cuantitativamente para separar los diferentes tipos.

Por su lado, los sensores de gas en cápsulas, una vez tragados, permiten obtener muestras de gases mientras se encuentran dentro del intestino. Las píldoras disponen de una carcasa que las protege de los líquidos estomacales e intestinales pero con membrana permeable a los gases, un sensor de gas, un microprocesador y transmisor inalámbrico para transferir los datos, así como una pequeña batería.

Como apunta Kourosh Kalantar-Zadeh, autor principal del desarrollo y profesor en el Instituto Real de Tecnología, "debido a que ambas técnicas no son invasivas, pueden impactar en la industria médica y los sectores de salud pública, lo que facilitaría la formulación de metodologías para el diagnóstico y nuevas terapias basadas en la dieta o en fármacos”.


Como si de la película de “Terminator 2” y de su androide del futuro T-1000 se tratara, un equipo de científicos de la firma Carbon3D de Silicon Valley (EE.UU.) ha conseguido, mediante un nuevo sistema, acelerar la impresión en 3D gracias a introducción de un medio líquido en el proceso. El trabajo ha sido publicado en la revista Science.

Esta nueva tecnología bautizada como CLIP (Continuous Liquid Interface Production) permite imprimir los objetos en 3D hasta 100 veces más rápido que los actuales sistema de impresión en 3D. Su funcionamiento se basa en manipular la luz y el oxígeno para fusionar objetos en medios líquidos; es, por tanto, la primera que utiliza la fotoquímica sintonizable en lugar del enfoque de capa por capa para la impresión 3D.

¿Cómo funciona? Básicamente mediante la proyección de haces de luz a través de una ventana permeable al oxígeno en una especie de resina líquida. El resultado es un objeto con un nivel de detalle exquisito que da a los objetos un acabado perfecto en su forma y sin fracturas en el interior y de hasta 20 micras de grosor (mucho más delgado que una hoja de papel).

Esta tecnología permite la fabricación de un objeto polimérico 3D en cuestión de minutos u horas en lugar de días, lo que abre la puerta a los stents coronarios personalizados, implantes dentales o prótesis impresas bajo demanda en un entorno médico”, explica Joseph DeSimone, creador de la nueva impresora.

Nuestra respuesta cerebral al consumir vino revela lo que nos gusta y lo que no, según un nuevo estudio del centro de investigación vasco Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL) y del Basque Culinary Center (España). La ciencia y la producción vitivinícola unidas en esta pionera investigación que recoge la revista PloS One.

El nivel de alcohol de los caldos ha sido el factor determinante a la hora de adivinar los gustos por las diferentes variedades y tipos de vino. Y es que “las decisiones que adopta la industria vitivinícola en la elaboración de vinos se basan en creencias sobre los gustos del consumidor. En lugar de hacer suposiciones, podemos observar directamente lo que sucede en el cerebro y dar respuesta a las preguntas de los productores agrícolas”, explica Ram Frost, líder del estudio.

Para llevar a cabo el experimento, los científicos realizaron a un grupo de 20 voluntarios la prueba de análisis por resonancia magnética mientras realizaban una cata selectiva de 8 vinos distintos agrupados de dos en dos y con la única salvedad de una diferente graduación alcohólica en cada par. Esto es, cada par de caldos procedía de la misma uva, tenía la misma acidez, añada y cantidad de azúcar residual. Lo único que los diferenciaba era el nivel de alcohol.

Los resultados de la función cerebral revelaron que el cerebro de los participantes prestaba más atención con aquellos vinos de menor nivel alcohólico: “Los vinos con menor contenido alcohólico inducen a una mayor atención cerebral a aspectos como el aroma, el olor o el gusto de los caldos. El experimento muestra que el cerebro obtiene más placer en los vinos con menor graduación”, aclara Frost.